
Antes de comenzar con este artículo quiero decirte algo: no existe una fórmula mágica.
Pasé mucho tiempo buscándola. Me suscribí a un montón de membresía, asistí a cursos y compré decenas de libros. Buscaba esa fórmula que se adaptase a mí, ese autor o profesor que me dijese que haciendo unos determinados pasos, en unos meses mi novela estaría escrita.
Esa secuencia de pasos nunca apareció.
Siempre le encontraba algo que no se adaptaba a mi proceso. Algo que me frenaba. De hecho, en una de las membresías, la profesora decía que no existía un método único que se adaptase por igual a todos los escritores. Sin embargo, exponía el suyo y recomendaba utilizarlo porque, ante la ausencia de un método propio, era mejor tener algo como base que se iría modificando con el paso del tiempo. Puede parecer un consejo de lo más coherente, pero a mí me sumergió en un bloqueo bestial.
En este caso, sentía que solo planificaba y no escribía nada. El desarrollo lo proponía con tantísimo detalle, que mi imaginación se anulaba y es que, antes de nada, debemos conocernos como escritores y eso no lo conseguiremos tratando de imitar lo que les funciona a otros.
En otros cursos me he encontrado con las promesas de: escribe tu libro en X días. Y sí, está todo diseñado al milímetro para que en ese tiempo puedas tener una novela escrita. Eso sí, una novela de X palabras y si conoces mis libros, sabrás que no son lo que se dicen cortitos… No puedo plantar un final así como así. Tengo que llegar a él y es imposible prever cuándo será eso, porque las novelas cobran vida y no puedes anticiparte a todo.
Y enlazando con el número de palabras, asistí a una masterclass de una autora a la que admiro un montón. Esta mujer tiene una planificación brutal, saca alrededor de 3 o 4 novelas al año y yo quería saber más. Quería saber de ese proceso y ver cómo podría adaptarlo a mí. Mi gozo acabó en un pozo.
Al parecer esta persona se marcaba unos meses y días de escritura para alcanzar su objetivo. Pero… ¿todos los días se puede escribir de forma tan mecánica? En mi caso no, yo necesito escuchar a los personajes, dejar que me hablen y que poco a poco se vaya perfilando. Esto requiere tiempo, hay días que salen de mis dedos 4000 palabras y días en los que no sale nada y si lo fuerzo las páginas acabarán en la papelera y yo frustrada.
¡Cada escritor es un mundo!
Existen los escritores que necesitan tener todo sumamente detallado, otros que planifican lo mínimo y a raíz de ahí dejan que su inspiración vuele y otros que sin inspiración no son capaces de poner una coma. Por eso, debemos aprender a relajarnos y mirar hacia nuestro interior. Tenemos que descubrir qué tipo de escritor somos para saber cuál es el mejor modo que tenemos para enfrentarnos a nuestra novela.
Eso no quiere decir que nos olvidemos de los libros, los cursos y los talleres para escritores. Podemos enriquecer nuestro proceso con ellos, descubrir opciones que no se nos habían ocurrido y analizar por qué les funciona a otros y qué no. Siempre es bueno abrir la mente y ver cómo lo hacen otros autores, autores a los que admiramos y cuyos pasos nos encantaría seguir, pero no por ello nos tenemos que obligar a seguir su ABC.
No creo en métodos infalibles ni en promesas que me digan que mi novela se convertirá en un Bestseller si sigo sus pautas. El arte no se puede embotellar, puedes aprender técnicas de narración, mejorar tu ortografía, aprender génicas de narración y cosas así. Es decir, la técnica sí se puede aprender, pero el conjunto de lo que es será tu historia, eso requiere de tiempo y de confianza en ti mismo.
Debemos darnos tiempo y la oportunidad de fallar una y mil veces, porque será corrigiendo esos fallos cuando vayamos puliendo nuestro propio método.
Porque sí, el método que mejor encaje con nosotros llegará.
También deberemos estar preparados para que ese método cambie, porque nosotros también lo hacemos. Desde luego no seremos los mismos cuando escribamos nuestra segunda novela que cuando preparemos la décima. La experiencia será nuestra mejor profesora.