
Me encanta leer. Esta frase tan simple es una de las verdades más ciertas de mi vida. Desde que era pequeña ha sido así incluso con los libros que nos mandaban en el instituto —algunos para darles de comer a parte—. Siempre era la primera en tenerlos leídos y la que esperaba la siguiente petición del profesor para tener una excusa para ir a la librería a comprar otro título.
Comprar libros. ¿No os pasa que cuanto más grande es vuestra lista de pendientes más libros sumáis a ella? Creo que es algo que nos pasa a todos los lectores asiduos, o, al menos, eso quiero pensar para no sentirme tan culpable. El caso es que sin darme cuenta me he juntado en casa con una colección que supera los 700 títulos, de los cuales muchos de ellos me ponen ojitos esperando a que llegue el momento de que les de una oportunidad. Y deseo hacerlo, lo deseo de corazón. Pero el tiempo juega en contra, no existen suficientes horas en el día.
El tiempo. Ese señor maligno que decide que el día tiene 24 horas para nos repartamos como queramos, horas finitas, no hay más. No podemos multiplicarlas. Tenemos que dormir, comer, trabajar, pasar tiempo en familia… respirar. ¿Cómo llegar a todo? 24 horas pueden parecer muchas, pero os aseguro que vuelan entre nuestros dedos sin darnos cuenta. Entonces, ¿cómo leo todo lo que quiero leer?

No podremos leer todo lo que deseamos. Sencillamente es imposible y es lo primero que debemos aceptar para eliminar esa carga que pesa sobre nosotros cada día. Os prometo que conozco esa sensación, ver como cada mes lanzan un montón de novedades literarias al mercado que me llaman, que necesito en mi vida, pero que me hacen sentir culpable cuando miro hacia mi estantería donde… ¡Jolín, tengo pendientes desde hace mil!
Puede que ese pendiente que lleva meses sobre tu estantería, llegara a tu casa por casualidad o en un momento en el que encajaba perfecto en tu vida. ¿Y si ese momento ha pasado? No te sientas culpable por plantearte esta opción. No pasa nada. Cada libro está pensado para disfrutarlo en una situación concreta: para reír, enamorarte, emocionarte, sorprenderte, aterrorizarte… Podrás viajar a otro país o universo, revivir el pasado o descubrir un nuevo futuro. Los libros nos enseñan, nos nutren y nos hacen sentir diferentes emociones que encajan mejor dependiendo del momento que estemos viviendo. Entonces, ¿qué hacemos si no nos apetece leer el libro que tenemos entre manos porque no me dice nada?

Abandonarlo. Queda claro que no tenemos infinitas horas para leer cada una de las historias que llegan a nuestra vida, ¿por qué desperdiciar ese tiempo en un libro que no me dice nada? Me ha costado adoptar esta actitud, pero es lo mejor que he podido hacer. Leo para disfrutar, para sentir, para emocionarme, para evadirme del mundo… Si el libro que tengo abierto no me transmite todo eso, está claro que no es para mí —al menos en ese momento— por lo que lo cierro y abro otro que me ofrezca lo que necesito.
¿Es un adiós definitivo? Es posible. Puede que solo sea que no nos encontremos en el momento adecuado para esa historia, aunque también puede que no sea para nosotros y NO PASA NADA. Confieso que me costó aceptar que no todos los libros son para todo el mundo. Si veía a una amiga disfrutando como una enana con una novela concreta, yo creía que también debería hacerlo e iba corriendo a la librería a por ella.

No os imagináis lo frustrante que era llegar a la página 100 y ver que no, que esa novela no me decía nada, que no esperaba ansiosa que llegase ese ratito de lectura en el que volver a sumergirme en la historia. A veces, incluso encendía la tele porque NO ME APETECÍA LEER. Pero yo seguía empeñada en terminar de leer el libro. ¡Jolín, no deben dejarse a medio! Mentira.
Esa novela no era para mí y el obligarme a continuar me hacía perder mi tiempo de ocio en algo que no disfrutaba. Además, también me estaba perdiendo cientos de libros que me esperaban y podían ofrecerme lo que necesitaba en ese momento. De modo que opté por dejarlo correr, por cerrar sus páginas y despedirme con un «hasta pronto» deseando de corazón que en algún momento nos volviésemos a cruzar y entonces sí, pudiese transmitirme todo lo que su autor quiso. Pero consciente de que podía ser que nuestros caminos no volviesen a unirse, y no pasaba nada. Existen millos de títulos como millones de lectores. Él encontraría su lector ideal y yo mi novela para ese momento.
Besitos ^^